Es tan sencillo como recortar el brick al tamaño deseado y enjuagarlo abundantemente con agua.
Hay que cortar unas solapas amplias para hacer un cierre resistente,
y una vez se haya guardado la comida (cocinada o no) dentro del brick,
se pliegan las solapas y se coloca una cinta adhesiva.
¡Al congelador!
Cuando queramos comerlo lo quitaremos del freezer, lo dejaremos descongelar,
vaciaremos la comida en una cazuela o plato, y el brick lo mandaremos al cubo del reciclaje (no lo reutilizamos).
¿Ventajas? Barato, cómodo, seguro (hasta donde alcanza nuestra experiencia), optimiza el espacio (se puede adaptar el tamaño del brick a la cantidad de comida que se guarde), se descongela rápido,…
¿Desventajas? Para nosotros ninguna.
Si alguien tiene algo en contra del uso del tetrabrick… siempre quedarán los tarros de cristal ;)
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