La cercanía de la Noche de Difuntos nos encendió una luz pagana en nuestro hemisferio creativo del cerebro, y nos pusimos rápidamente a convertir aquellas calabazas aparentemente inútiles en minicalaveras luminosas.
El sistema de creación no tiene mayor ciencia: con un cuchillo se secciona la tapa superior (en unas) o la base (en otras), y por ahí se procede al vaciado con una cuchara. Luego se introduce una velita…y listo!
¿Y después de esa noche? Pues muchas, debido a su naturaleza efímera, marchitarán, se llenarán de moho, y habrá que tirarlas. Peeeeero...
Para este año tenemos otro saco lleno de "cabecitas de luz".
¿Cuántas queréis? :)