1º Recolectar todas las pastillas y trozos de jabón usado o sin usar que tengamos por casa, y desmenuzarlos con ayuda de un cuchillo. Cuanto más pequeños sean los trozos, más rápido se derretirán luego. Es recomendable utilizar guantes de látex.
2º Derretir los trozos de jabón en un cazo al baño maría, añadiendo un poco de agua para ayudar a su disolución. Es conveniente hacerlo en un lugar ventilado y utilizando mascarilla, pues el olor del jabón caliente es muy intenso. Remover con una cuchara de vez en cuando.
3º En cuanto se genere una pasta homogénea, verter en un molde con cuidado de no quemarse. Es el momento de añadir esencias o plantas aromáticas cortadas en trocitos para que se mezclen bien con el jabón y, así, darle un toque personal.
4º Dejar secar en un lugar ventilado durante 1 ó 2 días (dependerá de la temperatura ambiente y de la cantidad de agua utilizada para derretir el jabón). Si se desea partir el jabón en trozos (porque se usa un molde grande), el momento óptimo es entre las 24-30 horas, cuando ya está compacto pero no del todo seco, y aun es maleable sin quebrarse.
Este es nuestro resultado final. Utilizamos una infusión de lavanda en vez de agua para derretir los trozos de jabón, de ahí ese color "oxidado" de la pastilla. También añadimos trocitos de lavanda por todo el jabón, de modo que, al irse gastando, van asomándose hojas y flores con su olor característico.
El tamaño y la forma final del jabón dependerá del molde seleccionado. Pueden utilizarse cubiteras o moldes de horno de repostería para crear minijabones. Es recomendable no emplear moldes, cazos o cucharas que usemos habitualmente para cocinar o comer: lo mejor es tener utensilios exclusivos para la creación del jabón. No olvidemos que no deja de ser un producto químico, y su ingesta accidental puede ser dañina.
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